¡Cómo me gustaría ser Bill Gates! Y no lo digo por su físico. Ni siquiera por su dinero. Es porque se dedica a los temas que le gustan, tiene la inmensa suerte de poder conocerlos a fondo de la mano de los mejores especialistas y la oportunidad real de cambiar las cosas para bien. No es de extrañar que transmita esa imagen de verdadera felicidad. Y estoy seguro de que no es casualidad que este éxito vital nazca como proyecto del seno de una familia.
1.- Bill y Melinda Gates. Como genio informático y cofundador de Microsoft, Bill Gates tiene una trayectoria interesantísima que ha sido objeto de múltiples análisis y documentales, (uno muy peculiar es el enfoque que le da Malcom Gladwell en OUTLIERS). Pero a mi su vida me llama mucho más desde que, en el año 2000, su mujer Melinda y él fundaran la BILL & MELINDA GATES FOUNDATION. Esta Fundación se ocupa de lo que a mí me parecen proyectos realmente transcendentes. Y lo hace, además, con el mejor criterio: ayuda inmediata a lo inaplazable, como la mortalidad infantil en el tercer mundo; e inversión inteligente en un futuro que pueda evitar tales males: educación, vacunas y cambio climático. Ni que decir tiene que su proyecto es todo un éxito, tanto en el campo de la mortalidad infantil, como en el de concienciar y alentar proyectos de futuro. Me impacta especialmente la iniciativa THE GIVING PLEDGE, que promueve el compromiso público de multimillonarios de dedicar la mayor parte de su fortuna a la filantropía. Desde 2010 ya lleva 219 adhesiones.
2.- El libro. Cero emisiones en 2050. Ahora Bill Gates acaba de publicar el libro Cómo evitar un desastre climático, las soluciones que ya tenemos y los avances que aún necesitamos. Pretende ser un manual de acción para llamar a la lucha definitiva contra el cambio climático. Gates realiza un análisis integral de la situación en la que se encuentra la lucha contra el cambio climático y del desastre que nos espera de continuar este camino. Y nos propone un plan ambicioso para llegar a las cero emisiones en 2050. El libro no cae en la crítica política, social, ni de sistemas, sino que hace un planteamiento posibilista dirigido a todos los potenciales actores del cambio: científicos, políticos, inversores, empresas, ciudadanos, etc… Es una llamada a la acción, con propuestas reales y contrastadas para conseguir la solución.
No es un libro para negacionistas, pues no trata de convencer de que existe cambio climático: Gates constata el consenso científico sobre la materia y, por tanto, parte de la incontestable realidad de que la emisión de gases de efecto invernadero por la actividad humana provoca un constante aumento de las temperaturas que, de no revertirse urgentemente, será de entre un grado y medio y tres grados en 2050 y de entre cuatro y ocho grados en 2100, lo que tendrá consecuencias catastróficas incalculables. A partir de ahí Gates nos da una visión amplia y con perspectiva de lo que ya sabemos de las causas de emisión de gases de efecto invernadero y apunta lo que necesitamos para conseguir un nivel de cero emisiones que acaben con el cambio climático.
En su faceta divulgativa, el libro explica que anualmente vertemos a la atmósfera 51.000 millones de toneladas anuales de gases de efecto invernadero y analiza detalladamente los cinco grandes grupos de actividad que producen los gases: (i) la fabricación de materiales como el acero, el cemento o el plástico, que, además de la electricidad necesaria para fabricarlos, desprenden durante su manipulación el 31% de los gases de efecto invernadero, (ii) la electricidad, que genera el 27% de los gases, (iii) la agricultura (fertilizantes) y la ganadería (pedos y cacas) que generan el 19%, (iv) los desplazamientos (aviones, camiones, cargueros), responsables del 16%, y (v) la climatización, que provoca el 7%. Una de las grandes enseñanzas del ensayo de Gates es que no hay una sola causa del efecto invernadero y que si no las afrontamos todas a la vez no conseguiremos detenerlo. Los coches eléctricos y los campos de energía eólica y solar no bastan: la manipulación del hierro para crear acero o la quema de cal para elaborar cemento causan tanto daño o más que toda la circulación de vehículos. Gates apuesta por una lucha en todos los frentes de generación de gases nocivos.
En el apartado de soluciones, el libro repasa las posibles aproximaciones para conseguir alcanzar las cero emisiones en cada uno de los grupos, analizando el estado de la ciencia en cada uno de ellos. Gates lo explica con sencillez, pero se descubre un tremendo trabajo detrás, de búsqueda activa de soluciones y análisis de las que tienen de verdad alguna posibilidad de ser útiles para el objetivo de cero emisiones en 2050. El libro analiza todas las alternativas a los procesos que generan gases de efecto invernadero y las bonanzas y debilidades de cada sistema. Por ejemplo, analiza las alternativas a quemar combustibles fósiles para generar electricidad, como la energía eólica y solar, pero también nos señala sus problemas, que son la producción intermitente y la depredación de territorio. Más interesantes me han resultado, por desconocerlos, los análisis del resto de procesos nocivos, como la utilización de fertilizantes en la agricultura, la fabricación de cemento, los excrementos de los cerdos y los gases de las vacas, etc… Bill Gates, de la mano de los expertos, nos propone soluciones para cada uno de ellos. Algunas muy obvias, como la energía solar y eólica; otras de ciencia ficción, como la captura de carbono y la geoingeniería, que consiste en evitar que llegue a la Tierra tanta luz solar; y otras polémicas, como la apuesta indispensable por la energía nuclear.
3.- Las ideas. Podríamos destacar tres ideas recurrentes en el análisis que realiza Gates:
- En primer lugar, el libro es esencialmente realista: ni propone recetas milagro, ni se hace ilusiones o ideas falsas sobre la realidad. Gates tiene claro que el consumo de energía no va a reducirse en los próximos años. Al contrario, va a crecer tremendamente a medida que los países en vías de desarrollo vayan accediendo a nuevas industrias y comodidades como las que disfrutamos en el primer mundo, (está previsto que el consumo de energía mundial haya aumentado en un 50% el 2050). Y también tiene claro que no va a ser fácil, nada fácil, ni barato conseguir las cero emisiones. De ahí la necesidad del plan que propone.
- En segundo lugar, la estrategia de Gates es una apuesta constante por la innovación: Bill Gates ha constatado que el problema del cambio climático es mucho más que las centrales eléctricas y los medios de transporte y que haciendo coches eléctricos y utilizando energías renovables no alcanzamos a solventar ni la mitad del problema, así que, o avanzamos de verdad en los otros muchos campos (agricultura, ganado, fabricación de cemento, etc…), o no alcanzaremos nunca el objetivo de cero emisiones, ni nada que se le aproxime. Y el problema es que el avance tecnológico en estas materias está en pañales.
- Por último, la evaluación de Gates es marcadamente posibilista. Bill Gates nos muestra un camino posible y no se centra en los problemas, sino en las soluciones. Entre los muchos datos que nos proporciona, el libro recoge docenas de ejemplos de iniciativas antiguas y actuales que nos permiten creer que una solución es posible. Bill Gates tiene fe en la gente y en la tecnología, y así como lo explica en el libro ¡podría tener razón!
4.- Los conceptos. Me quedo también con varios conceptos que vienen para quedarse en la lucha por el cambio climático. No todos son de Bill Gates, pero en su libro los contextualiza acertadamente:
- Cero emisiones netas en 2050. Es el objetivo a alcanzar que se marca Gates ponderando la urgencia en alcanzarlo, que es mayor, con las posibilidades reales de llegar a él. El objetivo es de cero emisiones netas, es decir, extraer tanto carbono de la atmósfera como el que emitimos.
- Prima verde. El coste adicional que tienen las alternativas neutras en emisiones frente a las que ahora empleamos. Por ejemplo, el coste adicional de un kilovatio de energía eólica frente a un kilovatio producido por una central de carbón.
- Huella de carbono. Es la cantidad real de gases nocivos que se genera durante todo el proceso de fabricación, distribución y consumo de un producto. Sobre ese valor total es sobre el que hay que plantear la comparativa con las soluciones neutras, pues la mayoría de productos no se hacen responsables de sus propias emisiones y por eso tienen una ventaja competitiva frente a las alternativas verdes, que sí se responsabilizan de las emisiones que producen.
- Plan integral para llegar al cero. Hay cientos de actividades que generan gases nocivos y, por tanto, habrá que encontrar alternativas a todas y cada una de ellas. Hay cientos de aproximaciones para conseguir las alternativas y, por tanto, habrá que trabajar en todas ellas para llegar al cero.
5.- El peor escenario. Como que el libro es realista, también reserva un apartado para el peor escenario. Que no será si no alcanzamos las emisiones cero en los 2050, sino si fallan las predicciones sobre cuántos gases emitiremos hasta 2050. En un tema tan complejo, hay posibilidades que son difíciles de valorar, pero los científicos apuntan puntos de inflexión que podrían acelerar el cambio climático y desencadenarían una verdadera catástrofe irreparable, como la improbable pero posible expulsión de metano en inmensas cantidades proveniente de estructuras cristalinas del fondo de los océanos que podrían descomponerse por el aumento de temperatura de las aguas. Da qué pensar. Si algo nos ha enseñado la actual pandemia es que nos toca trabajar en prevenir las catástrofes, sin volvernos locos, pero actuando con una prudencia elemental que debe guiar cualquier actividad humana. Creo que no podemos hacer como si el cambio climático no existiera o no fuera importante. Ojalá no se produzca, se solucione solo o sus consecuencias sean menores que las que se prevén, pero si la comunidad científica está de acuerdo en que sí que existe cambio climático y en que podemos hacer algo para evitar sus consecuencias catastróficas, nuestro deber es trabajar para evitarlas.
6.- Una reflexión final sobre el libro.
La exposición es más amena de lo que podría esperarse en un tema tan técnico y bastante pedagógica y fácil de seguir. Lo que a mí más me ha gustado son su naturalidad, un ánimo optimista contagioso, sus notas de humor y, por encima de todo, su fondo solidario y de búsqueda de la justicia. Gates repite machaconamente que debemos proteger especialmente a los más desfavorecidos, que son los que más van a sufrir el cambio climático y que son los que menos han contribuido a él. De hecho, en el libro Gates no critica a nada ni a nadie, habla de los políticos en términos positivos, aplaude la actuación de los activistas, ni atisbo de culpabilizar a nadie o de demonizar industrias o prácticas de consumo. Pero todo tiene un límite: la única exigencia moral que plantea en todo el libro es la de proteger al más desfavorecido. Estoy totalmente de acuerdo.
En fin, diría que es un libro como Gates mismo: lúcido, sencillo, apasionado, optimista, generoso y oportuno. Muy oportuno. No puedo negar que me ha gustado. Tanto el libro como la iniciativa. Para mí es un gran símbolo de esperanza y una señal reconfortante sobre el futuro. No solo porque se trata de un hombre que lo tiene todo, que es feliz, que tiene garantizada la buena vida para él y para sus descendientes por generaciones, y que aún así decide trabajar y exponerse social y públicamente para un fin colectivo. Sino especialmente porque decide hacerlo con humildad y desde el servicio al prójimo: con los mejores especialistas que se pueden encontrar nos ha preparado un plan para evitar los desastres del cambio climático. No es su obligación, no nos lo debe, y aún así nos lo ofrece.