“Pobre és qui rep i no dóna.” Ramon Llull.
Cachondeo
Visto el escepticismo, -y el cachondeo-, que ha generado mi coincidencia en la India con la Presidenta Francina Armengol, quiero explicaros mi experiencia con ella y garantizaros que su viaje ha valido la pena y nos beneficia a todos.
Mi viaje
En esta tercera visita a la India había decidido desmarcarme de la CAEB y hacer el viaje por mi cuenta, con algunos de los amigos con los que este año hemos conseguido financiar 17 casas en Dodderi para los más desfavorecidos.
La CAEB hace un excelente trabajo, pero yo quería dejar atrás las inauguraciones, los collares de flores y los discursos, para centrarme especialmente en conocer India y la FVF. Y aunque no he podido librarme totalmente de los collares, he podido conocer el funcionamiento de los Sanghams, grupos de apoyo mutuo entre mujeres de las aldeas rurales que son la base de la revolución social en Anantapur; los Comités de Desarrollo Comunitario, creados en todos los pueblos en los que está presente la FVF, formados por hombres y mujeres de las propias aldeas para decidir cuáles son sus necesidades y qué habitantes serán beneficiarios de las ayudas que les puedan llegar de la FVF, pues no es la FVF quien decide; he visitado a Hemant, mi apadrinado, en su casa y con su familia ( ahora viven 10 personas en su casa de 20 m2: Hemant y su hermana, sus padres, los abuelos paternos y una hermana del padre y su marido, con las dos gemelas recién nacidas que esta última acaba de tener) y así he podido conocer el verdadero sentido del apadrinamiento y el destino de los fondos de los más de 100.000 apadrinamientos que tiene la FVF; la estructura de la propia Fundación que, extendida por un estado con más de 85 millones de habitantes, -Andra Pradesh-, trabaja en más de 3.500 pueblos y beneficia directamente a más de tres millones de desfavorecidos; y también, por qué no decirlo, he tratado de controlar in situ la calidad y oportunidad de los proyectos que realiza la FVF, como la inversión sanitaria y medioambiental en embalses y potabilizadoras que pudimos visitar. Debo decir que las instalaciones superaron con notable éxito el examen crítico al que les sometió el ingeniero especialista en tratamiento de aguas que nos acompañaba desde Palma.
En este sentido ha sido un viaje absolutamente provechoso y gratificante. No es que debiera sorprendernos que una organización con 50 años de historia, con 150.000 donantes y 38 millones de euros anuales de presupuesto funcione bien, (nuestra deformación crítica nos hace muy difícil ser confiados), pero lo cierto es que es reconfortante cuando compruebas con tus propios ojos que su realidad supera con creces las expectativas. Hay que entender que la FVF no es solo una organización de ayuda económica, que es importante, pero sobre todo ha llevado a la India un mensaje que rompe radicalmente con la esclavitud impuesta por el sistema de castas: ha devuelto la dignidad a millones de personas invisibles para todos, intocables. Al centrar su actividad en ellas y poner el foco sobre ellas ha roto con el ostracismo milenario al que estaban condenados y les ha proporcionado la herramienta básica para la dignidad humana: la oportunidad. La oportunidad de salir de la pobreza, de mejorar, de progresar. De contar para el resto. En Andra Pradesh se ha obrado el milagro: liberados tras más de dos mil años en la prisión del intocable, los pobres ya pueden dejar de serlo. Y por ello son extrañamente felices. A todos los que vamos allí no deja de sorprendernos: ¿cómo pueden ser tan felices, estar tan contentos? Pues porque con la ayuda de la FVF han recuperado la dignidad. Con la ayuda de la FVF han pasado de no poder ni comprar leche para sus hijos, porque los ganaderos creían que al venderles leche sus vacas se secarían, a ser ellos mismos quien compran ahora las vacas y venden la leche.
Francina Armengol
Y aquí es donde entra Francina Armengol, no creáis que me había olvidado de ella. No estaba previsto que coincidiéramos, -ya os he dicho que queríamos desmarcarnos de formalidades y protocolo-, pero aún así ha valido la pena. Su viaje ha sido discreto y pesado, como lo es para todos: seis días de viaje, -de viernes a jueves-; tres vuelos y más de 20 horas por trayecto, -en clase turista por si dudabais-; horas y horas de desplazamientos en coche por caminos de carro; y, lo peor, el encuentro con la miseria infinita. Lejos de las cámaras e indefensa frente a la visión de tanta pobreza, -nadie está preparado para su primer encuentro con la realidad de Anantapur-, la vi emocionarse y llorar más de una vez. Lejos de las cuitas de la política balear, -cuando estás allí todo lo de aquí pierde sentido-, reconocí a una persona más, amable e inteligente, luchando como todos por dar con un sentido para dos realidades tan distintas. Ni que decir tiene que no hablamos ni de fútbol, ni de política, ni de Cataluña, ni de la sanidad balear…(de sobrasada y paella sí que hablamos, tan mal no estábamos).
Entre las actividades que hicimos juntos estuvo la visita a un Sangham, o grupo de mujeres. No fue una inauguración, sino un acto cercano, sin protocolo alguno. Estábamos reunidos en un escuela construida por la FVF con más de treinta mujeres que nos explicaban sus distintas, -dramáticas-, realidades y el funcionamiento del Sangham. Al rato tocó presentar a los asistentes y, cuando la responsable del programa explicó que Francina era la presidenta de las Islas Baleares, tronó en la sala un aplauso espontáneo de todas esas mujeres que hace solo 30 años eran repudiadas al nacer, entregadas en matrimonios concertados y condenadas a una maternidad y feminidad clandestina. Ahora veían con sus propios ojos que una mujer puede llegar a lo más alto y, como nos explicó una de las mujeres totalmente emocionada, “las mujeres aquí antes no eran nada, y ahora son aceptadas, pueden prosperar y ganarse la vida, pueden aspirar a dejar de ser invisibles…,¡hasta les visita una Presidenta!”.
Nosotros en Baleares hemos recibido y recibimos mucho, una rica cultura ancestral, unos valores humanos que dignifican a la persona, unas islas maravillosas y una oportunidad económica que no tienen muchos otros. Afortunadamente ninguno de nosotros tenemos que caminar dos horas cada día para ir a buscar agua con la que dar de beber a nuestros hijos, como sí hacen en la India. Francina Armengol no ha hecho más que representarnos a todos y dar un pequeño paso contra la pobreza de los baleares en el cumplimiento de esa obligación primera que ya nos advertía Ramon Llull: pobre és qui rep i no dóna.
1.- Inauguración casas.
2.- Con Francina Armengol y Moncho Ferrer.
3.- Potabilizadora y Comité de Desarrollo Comunitario.
4.- Hemant y niños apadrinados.
5.- Escuela.
6.- Imágenes de India.
Fantástico!!!.